Mi cabeza, comienza ya ha imaginar cómo adornaré el piso, con los típicos ornamentos correspondientes, EL ÁRBOL, que es blanco, y al que cada AÑO, cambio los colores de las bolas, éste las he puesto en AZUL, que es el color de la serenidad.
El NACIMIENTO, San José, la virgen María y el Niño, lo rodeo de luces de colores para que den luminosidad a la vida futura, y coloco dos angelitos que los cobijan, y siempre siempre, recuerdo una canción que me cantaba mi abuela, cuando era niña antes de dormir que decía así :
CUATRO COLUMNAS TIENE MI CAMA,
CUATRO ANGELITOS QUE ME LA GUARDAN...........
Y seguidamente, pongo las alfombras que durante el verano guardo y que dan un poco de calidez a todas las estancias. Todo ésto tiene como finalidad, la ilusión que me hace recibir, RECIBIR a toda persona que tenga a bien venir a acompañarnos en éstos días de GRANDES CELEBRACIONES.
Hasta la fecha, solían reunirse en casa, los familiares consanguíneos más allegados, MADRES, (antes de fallecer),HERMANOS, CUÑADOS, AMIGOS INTIMOS etc...
Pero éste AÑO, por distintas circunstancias, no ha venido nadie, BUENO...ha venido mi HIJO MAYOR y su CHICA, lo que ya es una gran alegría y felicidad para nosotros, al PEQUEÑO, ya le tengo en casa a diario, con lo cual el núcleo familiar más cerrado, ya estaba completo.
Aún así, me he sentido rara, y es que a medida que pasan los AÑOS, está claro que tienes que adaptarte a nuevas costumbres y a que quizás, las personas que tú pensabas que venían porque realmente se sentían a gusto y disfrutaban de la gran anfitriona que yo me considero, venían sólo por quedar bien, pero que en realidad no estaban cómodos y claro eso tampoco tiene que ser así, hay que estar realmente donde uno quiera estar.
De todos modos, a mí éstas FIESTAS, me producen ternura ilusión y esperanza de que si Dios quiere los AÑOS que están por llegar, sean más prósperos y mejores para todos, sobre todo para los que más QUIERO.
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